Me recomendaron esta restaurante en un recorrido por el Barrio Judio y pude visitarlo en mi último viaje a Roma.
Se trata de un sitio pequeño, sin grandes pretenciones, pero con una impronta bien Romana. Abre al mediodía y a la noche y es bastante conocido tanto por los locales como por los turistas.
Los precios son bastante altos, aunque la calidad y la cantidad es buena. Igualmente hay muchas opciones para comer bien en Roma a buen precio.
Aunque en lo posible hay que evitar los fines de semana, donde se suele llenar más, y el servicio puede ser bastante lento y es algo incómodo porque suelen colocar las mesas muy juntas.
El lugar
Cuando vean su fachada seguramente se sorprendan, ya que parece un lugar casi en ruinas, pero no hay que engañarse…
Seguramente que tengan dinero para hacerlo de nuevo 10 veces, pero de alguna forma, se trata de una especie de estrategia de marketing, sabiendo que hay muchos turistas que prefieren este tipo de sitios más genuinos, entre tanta oferta a medida del turista.
La cocinera
Sora Margherita era una cocinera muy famosa en el barrio judío y cuando murió, para no perder la tradición culinaria que se llevaba, su discípula junto con unos amigos abrió otra vez el restaurante como asociación cultural y hoy en día sigue comprometiéndose a mantener sin cambios el sabor de la antigua cocina judío-romana.
Los platos
La estrella del menú son los alcauciles fritos (alcachofas en españa). También los sirven preparados en el horno.
Por supuesto que tiene muy buenos platos de pasta casera con todo tipo de salsas y de postre no puede faltar el tiramisu.
Toda la comida es casera y en cuando al vino es el de la casa y poco más.
